Sencillamente no sabríamos que está allí.
Estamos tan acostumbrados a su función automatizada que damos por sentado que eso simplemente sucederá irremediablemente 35 millones de veces sólo este año.
Más poeticamente: No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Yo sí sabia. Y eras mucho, todo. El sostén, el pilar. Referente y Camino. Posta y destino.
Pero podemos remediarlo, podemos abrazar cuando podemos, podemos decir te quiero aunque el otro no lo quiera escuchar, podemos acompañar en silencio si el otro no puede o no quiere hablar, podemos, -podemos tanto- siempre que esos dos corazones estén latiendo.
Mi suegro siempre fué de pocas palabras, al ultimo tan aceitados estaban los mecanismos de miradas y señas intrafamiliares, que lo unico distinto es que me peleaba a puro gesto y dedito arriba.
Pero yo sé de tus cabeceadas, yo sé de tus cachetebesos, yo sé y me va a tocar recordar.
Te fuiste en la templanza que eras, te fuiste despacito dándonos un poquito de tiempo de procesarlo, te fuiste y sabemos que no querías.
Y un día no estás más… y no caemos en que pasó… pero no estás en la mesa, no estás en el mensajito de la mañana, no estás y ese domingo nuestro mundo se quedó callado, no había tránsito, sólo se escuchaban pajaritos, yo sé que pasó: Dios no sabía que decirnos.
Mi pequeño ratito con vos, para decirle al mundo lo orgullosa que estaba de tenerte en mi vida.
Gracias por Berar, te quiero siempre.
